Flores de Bach: remedios personalizados

Inspirándose en la Medicina homeopática y convencido de que para cada padecimiento existe un remedio natural, el bacteriólogo inglés Edward Bach (1880-1936) investigó en la flora local de su región e identificó 38 flores con propiedades capaces de influir en situaciones emocionales concretas, estimular la toma de decisiones necesaria para salir de estados negativos y potenciar los propios mecanismos de curación del organismo.

Como creía que el rocío tomaba las propiedades de las flores en las que se formaba, Bach se dedicó a recolectarlo para sus pacientes. Al no poder satisfacer la demanda, investigó y concluyó que podía obtener los mismos efectos si ponía a flotar las flores en agua de manantial. Así lo hizo y luego embotelló y vendió el agua resultante (conservada con un porcentaje de alcohol). Desde entonces (la década de 1930), la fama de los remedios de Bach se ha extendido enormemente y hoy se venden en farmacias, parafarmacias y herboristerías de todo el Planeta.

Según los seguidores de Bach, "los remedios benefician a todo el mundo, pero los casos agudos o leves son los que mejor responden a ellos". Los problemas crónicos requieren un tratamiento prolongado que hay que abordar "con la misma naturalidad y falta de expectativa como uno se lava los dientes cada mañana".

Para su empleo, basta con diluir unas gotas del remedio elegido en un vaso con agua y beber poco a poco todo el vaso. También pueden tomarse directamente las gotas, poniéndolas sobre la lengua (sin tocar el cuentagotas, para no "contaminarlo"). Hay que repetir las tomas diariamente al menos durante tres semanas. El Centro de Bach (en Mount Vernon, Inglaterra), residencia de este médico y bacteriólogo inglés, sigue preparando la base de estos remedios según el sistema establecido por su creador.