SUEÑO Y EDAD

Así cambia el sueño con los años

Así cambia el sueño con los años

El sueño evoluciona a lo largo de nuestra vida, adaptándose a las necesidades de cada etapa. Desde la infancia hasta la vejez, cambian su duración, calidad y estructura. Conocer estos cambios es fundamental para cuidar nuestra salud y bienestar general.

El sueño es una función vital para nuestro bienestar físico y mental, pero éste no permanece inmutable a lo largo de la vida. Desde los primeros días de vida hasta la vejez, el sueño evoluciona en duración, estructura y calidad. Comprender cómo cambian nuestros patrones de sueño con la edad es clave para mantener una buena salud y bienestar.

Descubre cómo varía el sueño en las diferentes etapas de la vida y cómo podemos adaptarnos a estos cambios.

Cómo cambia el sueño con la edad

Cómo es el sueño en la infancia

Durante los primeros meses de vida, los recién nacidos pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, entre 14 y 17 horas al día. Este sueño se distribuye en ciclos de dos a cuatro horas, sin un patrón claro de día y noche, debido a que su reloj biológico aún no está completamente desarrollado. La mayoría del tiempo de sueño se pasa en la fase REM (Movimiento Rápido de los Ojos, por sus siglas en inglés), que es fundamental para el desarrollo cerebral.

A medida que los bebés crecen, el sueño comienza a consolidarse durante la noche, y los niños en edad preescolar suelen necesitar entre 10 y 13 horas de sueño. Este periodo es crucial para su crecimiento físico y cognitivo, y cualquier alteración en el sueño puede afectar su desarrollo.

El sueño en la adolescencia

En la adolescencia, los patrones de sueño cambian significativamente. Los jóvenes suelen necesitar entre 8 y 10 horas de sueño, pero el reloj biológico sufre un retraso natural conocido como "fase tardía del sueño". Esto significa que los adolescentes tienden a acostarse más tarde y despertar más tarde, lo que puede entrar en conflicto con los horarios escolares.

La falta de sueño en esta etapa es un problema común, ya que muchos adolescentes no logran dormir lo suficiente debido a las responsabilidades académicas, las actividades extracurriculares y el uso excesivo de tecnología. Este déficit de sueño puede provocar problemas de concentración, estado de ánimo y salud en general.

Sueño en la madurez

En la etapa adulta, el sueño tiende a estabilizarse. Los adultos necesitan en promedio entre 7 y 9 horas de sueño por noche. Sin embargo, los desafíos de la vida cotidiana, como el trabajo, las responsabilidades familiares y el estrés, pueden afectar la calidad y cantidad del sueño.

La privación de sueño es común en esta etapa, y está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, obesidad y problemas de salud mental. Por ello, establecer hábitos saludables de sueño, como mantener horarios regulares y reducir la exposición a pantallas antes de dormir, es fundamental.

Cambios en el sueño en las personas mayores

En la tercera edad, los patrones de sueño cambian de forma significativa. Aunque la necesidad total de sueño no disminuye drásticamente, los adultos mayores suelen experimentar un sueño más ligero y fragmentado, con despertares más frecuentes durante la noche.

Estos cambios pueden atribuirse a factores fisiológicos y médicos. Con la edad, disminuye la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo de sueño-vigilia. Además, los trastornos de salud crónicos como la artritis, el reflujo gastroesofágico o la apnea del sueño pueden dificultar el descanso nocturno.

También es común que los adultos mayores se despierten más temprano por la mañana y se sientan somnolientos por la tarde, lo que lleva a un patrón de sueño fragmentado. La siesta, si bien puede ser beneficiosa, debe ser corta para evitar interferir con el sueño nocturno.

Trastornos del sueño relacionados con la edad

Con el envejecimiento, aumenta la prevalencia de ciertos trastornos del sueño:

  1. Insomnio: Es el trastorno de sueño más común, especialmente entre las personas mayores. Puede deberse a preocupaciones, cambios hormonales o efectos secundarios de medicamentos.
  2. Apnea del sueño: Este trastorno, caracterizado por pausas en la respiración durante el sueño, es más frecuente con la edad y está relacionado con problemas cardiovasculares.
  3. Movimientos Periódicos de las Extremidades (PLMD, por sus siglas en inglés): Causa movimientos involuntarios de las piernas que pueden interrumpir el sueño.
  4. Trastorno de la fase avanzada del sueño: Las personas mayores tienden a sentir sueño más temprano y despertar antes del amanecer.
  5. Demencias y sueño: Condiciones como el Alzheimer pueden afectar gravemente los patrones de sueño, provocando confusión nocturna y aumento de la somnolencia diurna.

Consejos para mejorar el sueño en cada etapa de la vida

Aunque los cambios en el sueño son inevitables, existen estrategias para mejorar su calidad:

  • Infancia y adolescencia: Mantener rutinas consistentes, crear un entorno de sueño cómodo y limitar el tiempo frente a pantallas antes de acostarse.
  • Edad adulta: Gestionar el estrés, evitar la cafeína y el alcohol por la noche, y practicar técnicas de relajación como la meditación.
  • Vejez: Fomentar la actividad física diurna, exponerse a la luz natural y consultar a un médico si existen problemas de sueño persistentes.

El sueño es un proceso dinámico que cambia a lo largo de nuestra vida. Desde las largas horas de sueño en la infancia hasta los patrones más fragmentados de la vejez, cada etapa presenta retos y necesidades únicas. Reconocer estos cambios y adaptarse a ellos no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también contribuye a un envejecimiento saludable y pleno. Cuidar el sueño en cada etapa es una inversión en nuestro bienestar a largo plazo.

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