CONSECUENCIAS
¿Cómo afecta la artrosis?
La artrosis no es una enfermedad, sino consecuencia del envejecimiento.
Con la edad, duelen las articulaciones, y los huesos se vuelven más frágiles. Para prevenir los problemas en esta materia, es importante realizar un buen seguimiento médico que establezca un diagnóstico preciso y precoz antes de que las dificultades sean importantes.
La artrosis -la variedad más extendida de la artritis- no es una enfermedad propiamente dicha, sino una consecuencia indirecta del envejecimiento. Sobreviene cuando el cartílago, la superficie lisa que recubre los huesos en la zona de las articulaciones, se desgasta, pierde grosor, y aparecen las fisuras. Con el tiempo, el cartílago puede desgastarse completamente; entonces, los huesos de la articulación rozan uno contra el otro causando dolor; las articulaciones crujen y duelen al menor movimiento. El organismo, como mecanismo de defensa, fabrica hueso que no sirve más que para deformar la articulación y bloquearla más.
La artrosis afecta, sobre todo, a las articulaciones que sostienen el peso del cuerpo: las caderas, las rodillas, los pies y la columna vertebral. Pero también puede alcanzar a otras, como las de los dedos de las manos.
Aunque no se conocen con certeza las causas de la artrosis, sí se sabe que los riesgos de padecerla aumentan con la edad, que un exceso de peso contribuye al desgaste de las articulaciones y que ciertas heridas pueden dañar el cartílago y desencadenar la enfermedad.
Diagnóstico
Es muy importante tener un diagnóstico preciso y precoz porque, aunque en estos momentos no hay un tratamiento que cure la artrosis, la terapia puede atenuar mucho los dolores y la tensión de las articulaciones. Para tratar la artrosis, los médicos recurren a los antiinflamatorios, a la cortisona o a una técnica que consiste en inyectar un gel que lubrifica el cartílago, alivia el dolor y facilita la movilidad.
A diario, el frío o el calor pueden aliviar el dolor temporalmente. El calor relaja los músculos doloridos y estimula la circulación sanguínea en la región afectada. Por su parte, el frío provoca la constricción de los vasos sanguíneos y bloquea el influjo nervioso en la articulación, con lo que la región dolorida queda como adormecida. Es una terapia eficaz.
En los casos de artrosis graves, se puede recurrir a la cirugía. Las operaciones más sencillas consisten en practicar pequeñas incisiones para extraer los restos de cartílago; las más complejas son las de implante de prótesis. Los objetivos de las intervenciones quirúrgicas son disminuir el dolor, aumentar la movilidad y la función de la articulación y, en determinadas circunstancias, mejorar la apariencia física, especialmente la de las manos.
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