Modelo de atención centrado en la persona

Podemos afirmar que en la actualidad se están implementando nuevos modelos de atención en residencias y centros de día, a partir de los cuales se procura crear un ambiente hogareño y cálido, respetuoso con la voluntad y la autonomía de los usuarios. España no se queda atrás en estos nuevos procederes, y el país cuenta hoy con la práctica de este novedoso enfoque en el que la atención se parece cada vez más a una vida, una institución se parece más a una casa, y este logro se debe al nuevo paradigma de los cuidados: el Modelo de Atención Centrado en la Persona.

Desde este modelo, el foco de los cuidados se centra en el individuo y en el arraigo a su sistema de creencias, valores, preferencias, gustos y hábitos. Conservar en la medida de lo posible la autonomía y la toma de decisiones repercute positivamente en la calidad de vida de los usuarios del cuidado. Decidir el cómo y el dónde del cuidado, y el seguir sosteniendo las riendas de nuestra vida abre hoy a nuevos horizontes en las prácticas de cuidar y ser cuidado. La atención centrada en la persona se erige sobre un principio básico: "necesito ayuda, pero no renuncio a mi vida de siempre".

La atención personalizada del cuidado parte de un enfoque interdisciplinar, y aunque se centre en el usuario siempre tiene en cuenta las exigencias técnicas requeridas. Los profesionales involucrados en la puesta en práctica de este modelo aseguran el respeto, la creatividad y la empatía, sobre todas las cosas. En la medida de lo posible, también tienen la capacidad de despertar en el usuario la motivación hacia nuevas actividades e intereses, así como ofrecerles nuevas oportunidades que enriquezcan sus cotidianidades. Este modelo también va encaminado y especialmente, a personas con deterioro cognitivo por ser estos más vulnerables en lo que a la conservación de sus estilos de vida y preferencias se refiere.

 En este caso, el usuario decide cómo continúa su vida, y no solo a modo general, sino atendiendo a cada uno de sus detalles y especificidades. Cuáles son nuestras costumbres, qué nos hace felices, que nos es agradable y nos brinda satisfacción, en qué medida se respeta nuestra privacidad y la manera en que vivimos nuestras relaciones interpersonales, todas estas expresiones de en qué medida se cumplen nuestros más básicos derechos humanos.

Estar rodeado de cosas que son parte de nuestra vida y con las que tenemos una relación afectiva también nos hace más felices. El entorno, en el caso de que no sea nuestro espacio habitual del hogar propio, debe ser en la medida de lo posible un espacio cálido y hogareño, acogedor. Mantenernos en contacto con personas conocidas y que son parte de nuestra vida, y no perder la posibilidad de conocer nuevas personas; todo ello en dependencia de las elecciones de cada usuario.

Una de las claves que garantiza el éxito en la praxis de este modelo es la investigación de la historia de vida o biografía del usuario, lo que nos permite ahondar más en las características de la persona que será cuidada, en todos sus matices posibles. Para desarrollar y concretar en la realidad, el Modelo de Atención Centrado en la Persona, es preciso una planificación detallada de nuestro campo de acción. Los profesionales realizan un trabajo de sensibilización a personas usuarias, familiares, profesionales y otros involucrados en el proceso

El impacto positivo directo que tiene el Modelo de Atención Centrado en la Persona no alcanza exclusivamente a los usuarios, sino que influyen en las familias y sus dinámicas, al mismo tiempo que en los profesionales e instituciones.

 Este enfoque constituye, sin lugar a dudas, un cambio de paradigma en la manera en que apreciamos la vejez, la estigmatización de la ancianidad y de algunas patologías que nos hacen más vulnerables en cuanto a la autonomía. Los usuarios de este modelo se sienten parte del proceso, participantes activos en el diseño de su propia vida.

Aunque este modelo está en la actualidad implantándose sobre todo en instituciones, uno se podría preguntar cómo llevarlo a cabo en los domicilios de las personas mayores, sobre todo cuando estas son dependientes y necesitan cuidados. En nuestro trabajo cotidiano  (en el servicio de ayuda a domicilio ) podemos observar cómo en numerosas ocasiones son los hijos o familiares quienes toman decisiones en lugar de los mayores a los que atendemos a pesar de estar estos en plenas facultades, solo por el hecho de tener más edad, ser más vulnerables y mostrar más dificultades para entender algunos conceptos del servicio; en este caso da que pensar porque no se potencia que el usuario sea el que decide lo que quiere y cómo lo quiere .

Tener en cuenta las bases de modelo centrado en la persona para empoderar a las personas dependientes y mayores en su domicilio, darles opciones, tener mucha paciencia explicándoles lo que va a ocurrir, dejarles elegir, tratar de mantener sus horarios ( los que le gustan, los de toda su vida ) sus comidas, potenciar que mantengan relaciones con sus amigos, preguntarles cómo quieren que sea su día, que esperan, serían acciones encaminadas a mantener su individualidad sobre todas las cosas.

Carlota Reboll, trabajadora social y coordinadora del Servicio de Ayuda a Domicilio
Aimara Fernández, trabajadora social