La vida sexual no se detiene tras la jubilación

Atreverse a hablar de sexo

Atreverse a hablar de sexo

¿La vida sexual ideal? Simplemente, la que satisface a ambos miembros de la pareja.

Planteemos primero dos postulados que se responden mutuamente.
• Primer postulado: la vida sexual no se detiene tras la jubilación.
• Segundo postulado: la vida sexual se modifica con los años. Negar una de esas dos realidades puede arrastrar a la pareja a un sendero difícil de transitar. Sin embargo, entre ambas, cada pareja debe encontrar sus propias respuestas, en función de sus particularidades y su libertad.

Toda pareja puede buscar el modo de enriquecer su sexualidad para disfrutar. Cuerpo y mente evolucionan cada instante, y la sexualidad evoluciona con ellos. Conviene no dejarse llevar por determinados mitos, y continuar descubriendo las infinitas formas del placer. Algunos ingredientes son imprescindibles: la comunicación, la complicidad y la confianza.

El hecho de que el cuerpo no responda como hace años no significa que nuestra sexualidad sea pobre. El órgano sexual más importante es la cabeza. La mayoría de las dificultades en las relaciones sexuales vienen determinadas por el estado e ánimo, las normas sociales y la educación recibida.

Si los cambios en la vida sexual de la pareja producen malestar en uno o ambos miembros de la misma, conviene acudir a un especialista que pueda descartar razones físicas (ginecólogo, urólogo, andrólogo). Si no existe causa orgánica, conviene consultar a un sexólogo que analice la situación de la pareja y proporcione la educación, el asesoramiento y nuevos recursos para aumentar la satisfacción sexual.

Por otro lado, el amor, que nunca es un río tranquilo, tiene una maravillosa particularidad: su duración descansa en la facultad de transformarse y evolucionar al filo de los años. Tras el amor-pasión, llega el amor-ternura. Esta nueva etapa en la relación de pareja no es la menos apasionante. Todos los que la han franqueado lo saben y dan testimonio de ello.

La libido (deseo sexual) está presente tanto en el hombre como en la mujer. Cuando desaparece, no hay que culpar a los años, sino a problemas médicos (la próstata en el hombre, por ejemplo) o psicológicos.

A partir de cierta edad, la fisiología sexual experimenta modificaciones. Para adaptarse a los cambios, hay que estar al tanto de ellas... Aunque a veces nos preguntamos si los prejuicios e ideas heredadas no influyen más en la sexualidad de los mayores que los propios cambios fisiológicos.

En la mujer
La calidad de la vida sexual de la mujer en los años de la jubilación depende muchísimo de la calidad de vida sexual que tenía antes de la misma. Porque aquí no hay ruptura, sino continuidad.
Una mujer cuya vida sexual ha sido satisfactoria antes de la jubilación no tiene por qué no vivir una sexualidad igualmente satisfactoria después de la misma, aunque en ocasiones busque ayuda médica para limar los inconvenientes ligados al paso de los años.

En cambio, no existe ninguna razón para que una sexualidad poco satisfactoria durante años no mejore en un momento dado de la vida y, en concreto, tras la jubilación. Como aseguran muchos médicos, una vez liberadas de las exigencias del trabajo y familiares, del estrés... bastantes mujeres descubren en esos años una sexualidad plena y feliz.

En el hombre
Aunque el término andropausia no es más que una derivación artificial de la palabra menopausia, la realidad es que la sexualidad del hombre cambia también con los años, al igual que cambian todas las funciones del organismo. Los cambios en la sexualidad masculina asociados a la edad son consecuencia, sobre todo, de la disminución de los niveles de testosterona (hormona masculina) y de alteraciones vasculares en el aparato genital.

El peso de la tradición hace que, a menudo, el hombre tenga dificultades para aceptar que su energía sexual ya no es la que era y que viva esta situación con sentimientos de pérdida y de devaluación. Por esta razón, los sexólogos no dejan de repetir que el principal obstáculo al que se enfrenta la sexualidad masculina a partir de los 60 años es de tipo psicológico, derivado del miedo al fracaso.

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