Komondor

Resulta complicado cruzarse por la calle con uno de estos ejemplares y no quedarse observando. Su largo y trenzado pelaje blanco oculta casi en su totalidad los ojos y llama la atención de todo el mundo. Su peculiar melena requiere de muchos cuidados, aunque nunca se debe intentar peinar o cepillar, estos perros deben ser esquilados esporádicamente.

A pesar de su complexión se trata de un perro ágil que logra desplazarse con notable ligereza. El entrenamiento del Komondor debe planearse con paciencia, pues estamos ante una raza rústica que presenta algunas dificultades en este campo. Sin embargo, órdenes firmes y relajadas desde cachorrros harán que este can se muestre sumiso y obediente con su amo.

Incluso en su continuo estado de semisomnolencia, el Komondor se mantiene vigilante y atento, aunque ladra con poca frecuencia. Su inteligencia y fidelidad están fuera de toda duda, y aunque no sea sencillo de educar se muestra manso y tolerante con los más pequeños de la casa.

Origen:

El Komondor procede de los perros de guarda húngaros del siglo IX. En sus orígenes se trataba de un perro pastor, encargado de cuidar de los corderos contra salteadores y alimañanas. Al aumentar las estepas húngaras cultivables, el espacio dedicado a la ganadería se redujo y las funciones de este animal perdieron relevancia. El interés de los criadores fue crucial para que esta raza perdurara en el tiempo.

Tamaño:

Los machos alcanzan los 80 cm de altura, las hembras se quedan alrededor de los 70 cm.

Peso:

Los machos adultos están entre los 50 y 60 kgs, las hembras entre los 40 y los 50.