DEPRESIÓN
Me siento solo, ¿estoy deprimido?
Conoce las causas, síntomas, tipos y tratamientos para la depresión y su relación con el sentimiento de soledad y la pérdida de memoria.
Qué es la depresión
Podemos entender la depresión como un conjunto de síntomas (tristeza, apatía, fatiga, problemas de sueño y de apetito, falta de concentración, pensamientos negativos, etc.) que por su intensidad y duración interfieren en áreas importantes de nuestra vida cotidiana: relaciones personales, familiares, laborales, tareas domésticas, actividades de ocio, etc.
La depresión no debe ser entendida como una enfermedad, si no como un estado de ánimo que emerge cuando algo nos duele emocionalmente y no disponemos de los recursos suficientes para manejar los síntomas ocasionados. Es importante evitar frases como "soy un/a depresivo/a", ya que tienen el potencial de reducir a la persona a una categoría diagnóstica. La persona no es depresión, la persona se siente deprimida, o padece depresión. Con este nuevo enfoque, asumimos que la propia persona es un agente activo que puede modificar su estado de ánimo.
Cómo saber si tengo depresión
Para saber si te encuentras atravesando una depresión, podrías preguntarte a ti mismo o a las personas cercanas a ti, si han notado un cambio importante en tu estado de ánimo respecto a épocas anteriores, y si este cambio está durando en el tiempo. Es común que las personas que se encuentran deprimidas declaren: falta de motivos para levantarse por la mañana, falta de interés por hacer cosas que antes le resultaban placenteras, cansancio físico, episodios recurrentes de tristeza profunda, dificultades para dormir o sueño excesivo, falta de apetito, falta de concentración a la hora de realizar determinadas actividades y pensamientos negativos sobre la vida, el futuro y uno mismo. Si estos síntomas perduran en el tiempo ynotas que interfieren en el desarrollo de tu vida cotidiana (el trabajo, las relaciones, el ocio, etc.) y sientes que no puedes manejarlos, te recomendamos que busques la ayuda profesional de un psicólogo.
Tipos de depresión
Los expertos en la materia distinguen entre distintos tipos de depresión siendo las más prevalentes en nuestra sociedad occidental la depresión mayor, que se caracteriza por la intensidad aguda de los síntomas anteriormente descritos, y la distimia, que se caracteriza no tanto por la intensidad sintomatológica, sino por la cronicidad de la misma.
Dejando a un lado las clasificaciones, creemos que existen tantas depresiones como personas. Desde nuestra experiencia clínica, sabemos que la depresión es bastante similar a nivel de síntomas para un gran número de personas, pero que no es así a nivel de origen. Cada uno de nosotros tenemos una historia de vida distinta, tejida con diferentes experiencias vitales que hacen que seamos seres singulares y únicos, y que, por tanto, podamos desarrollar formas de depresión y de afrontamiento muy diferentes. Por tanto, ver más allá de la punta del iceberg, es decir, más allá de los síntomas, supone ver y reconocer a la persona en su máxima amplitud. Consideramos, por tanto, que el acento debe radicar especialmente en la/s causa/s que ha/n generado depresión en la persona que la padece.
Causas de depresión
En ciertas ocasiones, detrás de una depresión existen causas fisiológicas como pueden ser los factores genéticos, los cambios hormonales, la influencia de algunas enfermedades médicas o el efecto secundario del consumo de determinados fármacos. Sin embargo, los predisponentes que propician con mayor frecuencia la depresión hacen referencia a experiencias vitales que han sido negativamente impactantes para la persona que las ha vivido. Si este impacto emocional no es tolerado por el cerebro y la persona no dispone de recursos personales para hacerle frente, se convierte en un obstáculo para vivir el momento presente con plenitud. El pasado hace sombra tanto al presentecomo a las proyecciones futuras, oscureciendo así la vida de la persona y activando la sintomatología propia de la depresión.
Tratamiento para la depresión
En contra de lo que muchas veces escuchamos, es importante no huir de las emociones que subyacen al estado de ánimo depresivo. Estas emociones, pese a ser incómodas, difíciles y dolorosas, transmiten mensajes importantes. Son un canal de comunicación muy potente si nos detenemos a escucharlas. Al parar y escuchar nuestras emociones podremos responder a preguntas como las siguientes: "¿qué es lo me hace estar apático o sin ganas?" "¿qué es lo que estoy llorando?" Esta toma de consciencia emocional nos llevará también a reestructurar y redefinir nuestros pensamientos y, por tanto, nuestras acciones.
La dimensión afectiva y social también es fundamental en situaciones de depresión. Ampliar y fortalecer la red de apoyo social es primordial para mejorar la sintomatología depresiva.
Relación entre depresión y soledad
La sintomatología depresiva antes descrita genera una gran fuerza de atracción hacia uno mismo y una gran fuerza de separación con la realidad exterior. La tristeza, la apatía, la inquietud, la fatiga, entre otros síntomas, tejen una especie de cortina opaca o semi-opaca que no nos permite ver ni disfrutar de lo que hay y existe fuera de nosotros mismos. Estar dentro de uno mismo de manera permanente constituye el no vivir interactuando con la realidad exterior y con los demás seres humanos. Esta realidad puede favorecer el aislamiento y, por tanto, la soledad emocional, social y afectiva. Este aislamiento puede generar de nuevo mayor depresión, creándose un círculo vicioso de depresión-soledad-depresión-soledad con los riesgos que esto conlleva para el bienestar de las personas.
¿Por qué me siento solo?
La soledad puede ser objetiva o subjetiva. Es decir, podemos sentirnos objetivamente solos porque nuestra red social es más escasa que antes. Por ejemplo, mis hijos ya no viven en casa, el vecindario donde habito es escaso a nivel de servicios y actividades que me permitan conocer a otras personas, las visitas de la familia y los amigos se espacian en el tiempo y son cada vez más breves, etc. Pero también puedo tener todas estas cosas, y sentirme subjetivamente solo. Es decir, que a pesar de estar rodeado de gente, los demás "no me ven" y, por tanto, no me ofrecen su apoyo para satisfacer las necesidades sociales básicas que tengo como ser humano.
Cómo evitar la soledad
La soledad en sí misma no es negativa. Estar a solas con nosotros, en soledad elegida, nos permite escucharnos y estar en intimidad con nosotros mismos, teniendo así la oportunidad de crecer y nutrirnos personalmente, algo necesario para nuestro bienestar. Sin embargo, si nos referimos a la soledad impuesta, creemos fundamental minimizarla porque iría en detrimento de nuestras necesidades afectivas y emocionales básicas.
Algunos consejos que podemos seguir para sentirnos menos solos son: estructurar el tiempo en el día a día tanto con tareas dentro de casa, como fuera, para evitar que la casa o las horas se nos caigan encima. Es especialmente importante realizar actividades fuera del hogar, como la compra diaria, los paseos y la visita a familiares o amigos así como aprovechar actividades que organice la comunidad para ampliar la red de relaciones sociales y crear oportunidades de conocer a otras personas.
Relación entre depresión y pérdida de memoria
La depresión conlleva síntomas físicos, cognitivos, emocionales y comportamentales que interfieren en el aquí y ahora, nublando así nuestra vivencia en el momento presente. No estar presentes significa no estar en atención plena. Y no atender plenamente contribuye a que no registremos la realidad que estamos viviendo en su totalidad. Por tanto, la depresión lleva consigo una disminución de la capacidad atencional. Esta disminución hace que retengamos menos datos de la experiencia vivida y la capacidad de memoria se vea mermada a la hora de evocar los recuerdos. Cuanta menos capacidad atencional tengamos, menos retendremos en nuestra memoria y, por tanto, este desuso puede contribuir a que haya una pérdida real de memoria.
Trucos para distraer los pensamientos irracionales
Los pensamientos irracionales son aquellos que sobrevienen de manera automática en nuestra cabeza, y que sin tener una base racional los creemos como ciertos. Algunos de los más comunes en estados depresivos son: "no valgo para nada", "seguro que no me sale bien" "le he caído mal" "siempre me pasa a mí". Para distraernos de ellos, lo primero es hacernos conscientes de cuales son. Para ello puedes preguntarte: ¿qué he pensado que me ha llevado a sentirme mal? Una vez detectado, intenta leer el mensaje o miedo que esconde. Una vez seamos conscientes de ello, podemos cambiar o convertir pensamientos trampa, en pensamientos más reales, objetivos y constructivos para nuestro desarrollo personal.
Autores: Vera Santos y Estefanía Martin.
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