Si he tenido un ictus, ¿qué puedo hacer para mejorar y para prevenir que se repita?

Sufrir un ictus es una experiencia devastadora que puede cambiar radicalmente la vida de una persona. Este evento, también conocido como accidente cerebrovascular, ocurre cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe, lo que puede provocar daños permanentes en las funciones cognitivas y motoras. Sin embargo, es fundamental entender que, tras un ictus, existen múltiples estrategias y acciones que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida y a prevenir futuros episodios.

La rehabilitación, el cambio de hábitos de vida y la gestión adecuada de enfermedades subyacentes son clave para la recuperación. Además, la educación sobre los factores de riesgo y la adopción de un estilo de vida saludable son cruciales para reducir la probabilidad de un segundo ictus.

Qué debemos hacer tras un ictus

Una vez que se ha tenido un ictus y se ha puesto un tratamiento en la fase aguda, la posibilidad de recuperar las funciones perdidas va a depender de la rehabilitación. Es esencial que tras demostrarse la presencia de daño cerebral por medio de pruebas de imagen (TAC, RMN) se entrene el cerebro para que en conjunto pueda suplir la función que ha estado alterada.

Es asombroso cómo el cerebro entero puede compensar la pérdida parcial de una función, re-estructurándose y re-configurándose para adaptarse a la nueva situación. Este fenómeno cerebral se denomina plasticidad, y para aprovecharlo bien es esencial que se optimice con la rehabilitación física iniciada lo antes posible después del periodo agudo.

El médico rehabilitador conoce bién os protocolos de ejercicios para rehabilitación motora, sensitiva, del lenguaje o del equilibrio. Sus equipos de fisioterapeutas se ocupan de activar el proceso mediante terapias que ya están bien establecidas, y siempre se puede aportar mejoría, aunque a veces el daño sea tan grande que la recuperación pueda no ser total. Otra parte importante de la prevención de la reincidencia es el tratamiento para evitar un nuevo infarto, lo que se denomina prevención secundaria. Es muy importante mantener el tratamiento indicado por el neurólogo, controlar los factores de riesgo cardiovasculares (tensión arterial, azúcar, colesterol, dejar el tabaco...) y en el caso de tener una arritmia cardiaca tomar la medicación correspondiente.

En conclusión, afrontar las secuelas de un ictus puede ser un desafío, pero es importante recordar que hay múltiples caminos hacia la recuperación y la prevención. Al adoptar un enfoque proactivo que incluya la rehabilitación adecuada, la modificación de hábitos de vida y la gestión de factores de riesgo, las personas pueden no solo mejorar su calidad de vida, sino también reducir significativamente la probabilidad de un nuevo evento cerebrovascular. La clave está en la educación continua y el seguimiento médico, así como en el apoyo de familiares y amigos. Con determinación y las estrategias adecuadas, es posible reconstruir un futuro más saludable y activo, brindando esperanza a quienes han atravesado esta difícil experiencia.

Dra Irene Pulido valdeolivas
Dr David Gomez Andrés
Dra Estrella Rausell

Facultad de Medicina
Universidad Autónoma de Madrid