Recordar mejor: lo esencial
«Venga, abuela, cuéntanos cosas de cuando tú eras pequeña», nos pide una vocecilla que, a veces, no es más que el eco de nuestros propios deseos de revivir la propia historia: volver a encontrarnos con el niño que fuimos para tomar mejor de la mano al que nos pregunta y ayudarle a construir su futuro. Recibir y transmitir: son las palabras que enlazan a las sucesivas generaciones.
- Revivir la propia vida, transmitiendo nuestra historia y la de la familia a las generaciones posteriores, es útil y necesario. Para el que transmite puede ser una oportunidad para poner en orden sus recuerdos y establecer una distancia con ellos. Los receptores experimentan un sentimiento de pertenencia a un linaje, de tener unas raíces.
- Transmitir es una tarea aún más importante en una sociedad individualista, en permanente cambio y donde cada uno es responsable de su propia memoria.
- Los recuerdos se pueden transmitir de diferentes formas: grabaciones en casetes, por escrito, mediante álbumes de fotos... Lo importante es elegir un soporte que se pueda seguir utilizando pese al paso del tiempo.
- Los textos pueden tener diferentes formas: relato autobiográfico, retratos, epistolario... Hay que procurar que los documentos proporcionen las claves necesarias para que los lectores puedan entenderlos.
- También se puede contar la vida de otra persona, pero ello exige un «contrato moral» en el que se especifiquen unas reglas de trabajo.
- Revivir la propia vida no es un acto intrascendente: necesariamente se tropieza con acontecimientos dolorosos y con auténticos secretos de familia.
Cada uno debe decidir, de acuerdo con su propia historia, si debe hablar de ellos y cómo.
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