Siembra la primavera
Es la forma más barata de llenar de flores la terraza o el jardín y una experiencia inolvidable que te permitirá asistir en primera fila a ese asombroso milagro que es el despertar de la naturaleza.
Alegres prímulas, delicadas campánulas, lupinos multicolores, espectaculares espuelas de caballero son tan solo algunas de las innumerables flores que puedes obtener a través de semillas. Con ellas, conseguirás plantas más sanas y fuertes que las que se crían en los grandes invernaderos a base de calefacción y luz artificial. Y con muy poco dinero, podrás renovarlas cada temporada y pasar el año en compañía de tus flores favoritas.
La siembra no ofrece ninguna dificultad, es el método habitual de reproducir las anuales, es decir, ese tipo de plantas como caléndula, matricaria, guisante de olor o petunia, que completan su ciclo vital a lo largo de un solo año. También se utiliza con las bienales, que se desarrollan en dos años sucesivos como es el caso de bellis, nomeolvides y pensamientos; y con algunas vivaces como prímulas, lupinos, valeriana y astrantia.
El momento ideal para iniciar la siembra depende, como es lógico, de la temperatura. Una buena pauta es iniciar la siembra de las especies rústicas coincidiendo con la floración de los manzanos, hacia finales de febrero; y esperar a la de las lilas, a principios de abril, para la siembra de las semirrústicas.
El precio de un sobre de semillas oscila entre 1 y 2 €. Al comprar hay que fijarse en la fecha de caducidad, pues, pasado un tiempo, las semillas se secan y resultan estériles. Luego, tampoco hay que olvidarse de etiquetar debidamente cada semillero con el nombre de la planta y la fecha de la siembra.
La siembra en 6 pasos
El semillero clásico no es más que un cajón poco profundo con tapa de cristal o plástico transparente. Sin embargo, una vez limpio, puede servir cualquier recipiente. El sustrato debe ser ligero y poroso a base de turba y arena que no ahogue las raíces. En las tiendas de jardinería se pueden comprar mezclas especiales ya preparadas y debidamente esterilizadas.
- Una vez lleno el semillero, se aplasta la tierra, sin compactarla demasiado, y se humedece rociándola con un vaporizador.
- Como la mayoría de las semillas son muy pequeñas y tienden a pegarse tanto entre sí como a nuestros dedos, antes de la siembra conviene mezclarlas con un puñado de arena seca.
- Esta mezcla se introduce en un salero de agujeros gruesos o en un simple cucurucho de cartulina o papel. La distribución se suele hacer a voleo sobre la superficie de la bandeja. O de forma más ordenada, repartiéndolas sobre una serie de surcos paralelos que habremos marcado previamente con la yema del dedo.
- A continuación se cubren con una ligera capa de tierra que se espolvorea sobre el semillero con ayuda de un colador y se rocía de nuevo la superficie con el vaporizador. Para que las semillas germinen bien, es importante que no queden demasiado enterradas. Por último, se coloca la tapa o se cubre con un plástico transparente.
- La germinación tardará entre 10 y 20 días en producirse, tiempo en el que solo hay que ocuparse de vigilar la temperatura y mantener la tierra ligeramente húmeda.
- Cuando las plántulas tengan ya 4 ó 5 hojitas es el momento de repicarlas, bien en macetas o en el suelo del jardín. Hay que hacerlo con mucho cuidado, agarrándolas por las hojas y procurando no dañar las raíces que son todavía extremadamente delicadas.
Los trabajos del jardín
Bulbos. A lo largo de la primavera florecen también junquillos, narcisos, crocus, tulipanes, muscari, anémonas, freesias, fritilarias... Tienen la particularidad de que no proceden de semillas, sino de bulbos y tubérculos que hay que plantar a finales de otoño. Cuando las flores se hayan marchitado, hay que seguir regando las hojas hasta que se sequen completamente. Entonces se cortan a ras de suelo y pasados unos días se desentierran los bulbos, se dejan secar y se guardan en una cajonera con arena o envueltos en papel de periódico. Hacia finales de marzo se pueden empezar a plantar los que florecen en verano: agapantos, dalias, gladiolos, azucenas.
Riego. Lamentablemente no es posible establecer una regla fija sobre el ritmo de los riegos, que a partir de ahora tendrán que ser regulares y, según alarguen los días y vaya aumentando la temperatura, cada vez más frecuentes.
Abono. Ahora que nuestras plantas inician un nuevo período de crecimiento necesitan un aporte extra de elementos nutritivos en forma de abono. Para macetas y jardineras son muy útiles los fertilizantes minerales que se suministran cada 20 días disueltos en el agua de riego. Son productos que al ser absorbidos directamente por las raíces producen un efecto rápido y puntual. Pero dada su concentración, es muy importante no rebasar nunca la dosis indicada por el fabricante. En esta época conviene elegir un producto rico en potasio (K). Este elemento no solo es responsable del tamaño y color de las flores y frutos, sino también de la fortaleza general de la planta y de su resistencia al calor y a las enfermedades.
Pilar Gómez-Centurión
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